Velum Templi
Mostrar y ocultar lo sagrado
La velación u ocultación de lo sagrado ha sido una constante en el culto cristiano desde sus orígenes tardoantiguos. Con poderosos precedentes en el templo de Jerusalén, y también en el paganismo, es una realidad que tendemos a asociar al cristianismo oriental y sus iconostasios, pero que también fue practicada por la Iglesia Latina, en cuya basílica paleocristiana ya se limitaba y dosificaba la visión del altar del sacrificio eucarístico. Esta actitud ritual, que se mantuvo durante toda la Edad Media y aún después, se materializaba en el empleo de velos y cortinas suspendidos de las pérgolas o vigas que segregaban el presbiterio del resto de la nave, o mediante los tetravela que corrían por los rieles de los baldaquinos que cubrían los altares.
Guillermo Durando, en el siglo XIII, describe pormenorizadamente los usos ya entonces consolidados, como el del gran velum templi de origen galicano, pieza que durante siglos se mantendría en la cuaresma como vestigio vivo de esta práctica litúrgica y de la que aún perviven ejemplares de notable antigüedad e incluso la memoria de su uso. Íntimamente relacionado con todo ello, la veneración a las imágenes sagradas también se vería afectada por este deseo de preservación, de lo que dan buena muestra los tabernáculos medievales y retablos abrideros, que participan tanto del mero deseo de protección física de las pinturas y esculturas que contienen, como de un afán de gradualidad en la visión del misterio de lo sagrado que las propias imágenes encarnan. En España, el extraordinario desarrollo del retablo exigió para su ocultación soluciones de gran audacia y vistosidad, como las enormes puertas de algunos ejemplares aragoneses o las sargas tejidas que desplegadas suponen una suerte de grisaceo trampantojo de la propia obra que ocultan. También las reliquias, los vasos sagrados e incluso la propia Hostia consagrada han sido objeto de mostración y ocultación ritualmente regulada, dependiendo de las fiestas del año litúrgico o del momento concreto de la ceremonia sagrada que se desarrollase en la iglesia. Para satisfacer esta necesidad de preservación visual fueron creados durante la Edad Media los armarios relicarios, las cortinillas de los expositores y sagrarios o los velos de cáliz, entre otras piezas mobiliarias que han conocido también reformulaciones formales y ornamentales durante el Renacimiento, el Barroco y aún después. Mediante el estudio diacrónico y transhistórico del fenómeno de la mostración y la ocultación, este II Encuentro Internacional de arte y liturgia de la Universidad de Cádiz pretende recuperar para la Historia del Arte la memoria de estas singulares obras dentro del contexto de la funcionalidad cultual con que fueron concebidas, donde además ejercían como vectores de transformación efímera en la apariencia visual de los templos. Para ello contará con la intervención de reconocidos especialistas como Eduardo Carrero Santamaría, Fernando Gutiérrez Baños, Josefina Planas Bádenas, Antonio Santos Márquez o Héctor Ruiz Soto, entre otros. |
Mesa I. La ocultación ritual en las fuentes litúrgicas, literarias y gráficas. Testimonios de sínodos y concilios, rúbricas en misales, referencias en costumbrarios, testimonios en libros de viajes. Fuentes gráficas: Pintura, dibujos, grabados, iluminación de manuscritos y fotografía histórica. Mesa II. Velos y cortinas de altar en el contexto de la cristiandad latina. Velum templi, Velum cuadragesimal, cortinas laterales, etc. Orígenes, evolución tipológica y particularidades locales. Mesa III. La velación de cruces, imágenes, reliquias y vasos sagrados. Aspectos litúrgicos, devocionales y de conservación implicados. Los armarios relicarios, ceremonias de ostensión. Mesa IV. Del tabernáculo abridero medieval a la gran máquina retablística barroca. Principios funcionales e implicaciones devocionales. |